Ayer, una impresionante tormenta de suelo sacudió la localidad de Sachayoj, ubicada al este de Santiago del Estero, en el límite con Chaco. Este fenómeno ha generado preocupación entre los habitantes y los especialistas en medio ambiente.
El ingeniero Roberto Castillo Slawycz, M.P. 200183, consultado por Campo para Todos, explicó que la tormenta podría estar relacionada con la matriz productiva de la zona. “Hay una matriz productiva importante a los alrededores, con porciones sin cortinas, los suelos están desnudos, no hay vegetación, y eso facilita estas tormentas de tierra”, señaló Castillo Slawyez.
El ingeniero también destacó la fragilidad de los suelos en Santiago del Estero, afirmando que “lo peor es que los suelos de Santiago son muy frágiles, y se limpian los nutrientes del suelo, dando lugar a la desertificación verdadera de los suelos”.
Este tipo de eventos no son infrecuentes en esta época del año y podrían ser cíclicos, según los expertos. La falta de vegetación y las prácticas agrícolas inadecuadas contribuyen a la ocurrencia de estas tormentas de polvo, que no solo afectan la calidad del aire sino también la salud del suelo y la productividad agrícola a largo plazo.
Un comentario
Lo qué ocurrió en Sachayoj es en parte lo que se conoce hoy cómo una «mala práctica agrícola». La falta de rotación de cultivos -monocultivos intensivos- y un mal manejo agronómico -por ejemplo la falta de cultivos de servicios- hicieron del campo santiagueño un semi árido perfecto. Cómo extensionista rural -desde siempre- y comunicador del sector puedo asegurar que la región la conocí en los 80′ y no se parece en nada a lo que es hoy. Un ejemplo: comencé a estudiar agronomía en Tucumán y por las vueltas de la profesión me tocó dar el discurso inaugural de las primeras jornadas de riego provinciales en la facultad. Desde entonces fui siguiendo de cerca la actividad y aunque a muchos no les guste -más aún a colegas agrónomos- la agricultura «salvaje fue ampliando su frontera agrícola» sin ningún tipo de planificación previa. Hoy me toca ser en parte el vocero del CADIA desde hace unos años -entidad madre de la agronomía matriculada a nivel país- y todo lo concerniente a los procesos de desertificación no están en la carpeta política de los gobiernos provinciales ni nacional.