La psicóloga ganadera
La familia de Natalia y Oscar encontró su punto de unión en la ganadería, pero para lograrlo tuvieron que transitar por un largo y duro camino. Aquí, con el estilo de Revista Campo para Todos, les contamos la historia de estos Santiagueños que dejan un mensaje de familia, trabajo y esperanza.
Natalia Auat es Psicóloga especializada en adolescentes que desarrolla sus tareas profesionales en su consultorio ubicado en ciudad de La Banda. Pero esa no es su única pasión. También es una ganadera, y de ciclo completo, desde la cría a la venta en su propia “tienda de carnes”.
“Mi niñez transcurrió en la localidad de La Cañada, en el Departamento Figueroa”, nos cuenta Naty, “mi padre criaba ganado en campos alquilados y me llevaba a ver los animales. En ese entonces unas monjas francesas que nos visitaban le traían, de regalo, libros sobre ganadería que me encantaba hojear. Recuerdo que en esos días conocí al Veterinario Eduardo Molejón durante sus visitas a revisar la hacienda, y a él le preguntaba sobre las imágenes que veía o leía en los libros de mi papá”, decía Natalia. Esa es una parte importante de la historia, pero antes de continuar, les contaré desde el principio, ¿cómo me encontré con esta historia?
Conocí a Natalia porque ella se contactó conmigo para averiguar cómo podía participar en la ExpoBRA, “yo quiero participar” me dijo, pero se escuchó un “io”, bien santiagueño. Me llamó la atención al escucharla muy expresiva y locuaz, con entusiasmo contagioso, me hablaba de su carnicería, su campo y su necesidad de darla a conocer. Quedamos en reunirnos e ir a visitar su campo. Ese día, fui a la dirección que me indicó y llegué a la carnicería “La Leonor, Tienda de Carnes” un hermoso local en el centro de la ciudad de La Banda. Al ingresar vi a un productor agrícola que conocía de antes, era Oscar Gálvez, su marido, también me presentó a Leandro, uno de sus hijos. Inmediatamente nos pusimos a hablar con Oscar temas no ganaderos, agua de riego, sequía, algodón etc. Luego subimos a la camioneta los cuatro y emprendimos viaje a La Cañada, que queda en el departamento Figueroa, a unos 50 km desde donde estábamos.
En el camino, Oscar dijo “nunca me gustó la ganadería”, y pensé, claro, es lógico, él es un productor de punta en el área de riego, tiene su campo nivelado con láser, y un completo parque de maquinarias, es un muy buen productor hortícola, algodonero y alfalfero, conocido por la calidad de sus productos. “Una vez, cuando él estaba de viaje, continuó Naty, me dije: éste es el momento para concretar mi sueño de tener unas vaquitas, así que le pedí al capataz que construya una represa en la zona que tenía elegida y también hice construir los primeros corrales. Cuando Oscar regresó le dije, ya tengo todo listo para comprar las primeras vacas”, nos reímos por como lo contó. Siguieron las risas y continuaron entusiasmados, contándome anécdotas, se transformó en un hermoso viaje, pero con un tema recurrente: “la sequía, la falta de lluvias y de agua de riego”.
Establecimiento La Leonor
Cuando llegamos a La Cañada, pasamos por el pueblo, y entramos al un campo, tenía potreros perfectamente delimitados, una manga completa, y muy buenos caminos, eso sí, la polvareda flotando y los potreros sin pasto. Había un tractor que tiraba un acoplado con rollos de pasto verde, “ahora estamos sin comida para los animales, no tenemos pasto, los estamos alimentando con lo que encontramos, estos rollos los hicimos en el campo de un vecino, esta carga nos dura dos días porque son unas 700 vacas Braford preñadas, me dice Oscar, no sabemos cómo vamos a seguir si no comienzan las lluvias, hasta les dimos zanahorias”.
Me dedique a sacar algunas fotos mientras las vacas llegaban apuradas al reparto de pasto. Mientras tanto Natalia me cuenta “este campo lo compramos hace poco, era de un productor que tenía hacienda, por eso tiene toda la infraestructura armada, por suerte nos lo vendió”, ¿cómo es el manejo reproductivo que tienen? le pregunté, “hacemos inseminación artificial a tiempo fijo y repasamos con toros, tenemos un 95% de preñez y la vaca que no se preña es apartada del rodeo. Usamos semen de las mejores cabañas Braford, de esa manera logramos mejorar la calidad del rodeo, algunos de los toros los compramos en la ExpoBRA”.
Ahora vamos a ver el feedlot, me dijeron. ¿Tienen un feedlot? pregunté, “y sí, me dijo Naty, lo que pasó es que nosotros somos así, una vez que compramos las primeras vacas a José Ferreiro, recordó, me dije: ya que las tenemos, vamos a crecer un poco más y hagamos un feedlot para darle mayor calidad a nuestros terneros, !para que sean los mejores¡”. Al llegar me sigue contando del manejo que hacen, “esta es la represa que te contaba al principio, aquí le damos la terminación a nuestros terneros, los alimentamos con núcleos y fibra hasta que lleguen al peso de faena exigido por el frigorífico Forres Beltrán, que son unos 350 Kg.” Continúo fotografiando el corral, realmente se ven animales uniformes y con buenos cuartos, veo que no están castrados y esa fue mi pregunta obligada, a lo que Naty me respondió “trabajamos MEJ (macho entero joven) porque es mejor que el animal no sufra la castración, y además corre mucho riesgo de contraer enfermedades infecciosas o embicharse, también engordan más rápido y realmente no afecta la calidad de la carne, no hay diferencia con la de uno castrado”.
El sueño de Beto
“Durante mi adolescencia, continúa contándome, ayudaba a mi papá en su carnicería, primero como cajera, y a medida que fui creciendo me enseñó a manejar los cuchillos para despostar las medias reces y manejar la sierra. Cuando “Beto” mi papá fallece, continué con la carnicería dos años más hasta que cerramos todo y nos trasladamos a vivir a Santiago. Mientras era estudiante de psicología me caso con Oscar. Como él era agricultor en la zona de La Cañada, pude continuar visitando mi pueblo y seguir con el sueño de la ganadería. ¡Era el sueño de mi padre, que yo hice propio! Por suerte Oscar, después de renegar porque no quería tener vacas, me acompaño con la idea y me ayudó. Luego notamos que nuestros hijos se alegraban tanto al ver las vacas que venir al campo se transformó en una actividad familiar. La ganadería fortaleció nuestra familia y le dio a Oscar una tranquilidad que no tenía en la agricultura. Tuvimos que aprender juntos porque no teníamos una capacitación previa en ganadería, sobre todo Oscar, que se esforzó y aprendió mucho. Por ejemplo, una vez compramos cien vacas preñadas en Córdoba, cuando llegan, a la semana las vacunamos y comenzaron a enfermarse y se nos murieron como 30, así conocimos al veterinario Alejandro Maldonado, quien nos dijo que esas vacas venían de zona libre de garrapatas y que al mezclar jeringas con las vacas santiagueñas se contagiaron, por suerte logramos salvar las que quedaban, fue muy difícil para nosotros”, expresó.
Nace La Leonor
La ganadería fue algo que nos involucró a los dos como pareja, y nosotros siempre dijimos que si teníamos una hija le pondríamos Leonor, pero eso nunca ocurrió porque tuvimos tres varones, simplemente no llegó la mujer. Tanto hablar del campo y como era algo nuevo, que nacía, el nombre será para ese sueño que se irá concretando y le vamos a dar forma a medida que se pueda. Por eso se llama Estancia La Leonor.
La tienda de carnes
“Cuando comenzamos, recuerda Oscar, vendíamos jaulas de terneros que salían pesadas en nuestra propia balanza, pero un día la persona que nos compró dijo que pesaban menos y eso generó una discusión que terminó cuando le pedimos que nos devuelva las vacas”. Natalia continúa “ahí fue que tomamos la decisión de vender nuestra propia carne, y él me dijo: ocupate vos, yo no voy a renegar con decoradores ni nada de eso”, se ríen.
“La carnicería común ya la tuve, continúa Naty, no me interesaba hacer lo mismo, así que pasamos de nombrarla “carnicería” a “boutique de carne” hasta que acordamos que sea una Tienda de Carnes y que el local sea de primera”, me explica, “hacer semejante inversión en una zona de La Banda, donde pasa mucha gente del interior de Santiago, para ofrecer cortes nuevos y carne de primera calidad, nos generó muchos interrogantes, pero luego de estar cuatro meses notamos que nuestra propuesta es un éxito y que si ofreces algo diferencial y bien presentado obtienes una respuesta positiva en la gente, estamos muy conformes con el resultado, tal es así que estamos planeando abrir nuestra primera sucursal en Santiago capital.
Para finalizar la nota Natalia y Oscar comentan orgullosos, “Santiago tiene oportunidades, la ganadería y nuestras carnes son iguales o mejores que las de cualquier parte del país”.
Autor: Carlos F. Hamann
Publicado en Revista Campo para Todos N° 174