El Ingeniero Agrónomo Carlos Mitre nos cuenta sus experiencias en la presente campaña algodonera del área de riego del Río Dulce.
Antes del comienzo de esta campaña, sabíamos que sería un desafío importante, debido a la falta de agua en el Dique. Contábamos con la posibilidad de un solo turno de riego, cuando normalmente hacemos dos, uno para recargar el perfil y el otro de pre-siembra. Climáticamente se presentaba como el fenómeno Niña, donde las precipitaciones estarían por debajo de lo normal, por eso nuestra estrategia fue aumentar la densidad de plantas en la línea, o sea pasar de 8 o 10 plantas por metro lineal, a tener 12 a 14 plantas, tratando de armar estructuras más chicas y compensar el número de cápsulas por metro lineal. No obstante quedaron parcelas preparadas, pero sin regar debido a que el sistema de riego finalizó a fines de octubre. Por este motivo, la siembra recién se pudo completar, después del 10 de noviembre cuando las precipitaciones fueron bien homogéneas para casi todas las zonas y de buena pluviometría.
En cuanto a las semillas utilizadas fueron de muy buena calidad ya que la cosecha de la misma se realizó con excelentes condiciones climáticas, por lo tanto, los valores de vigor y poder germinativo fueron altos. Los lotes de siembra temprana tuvieron demoras lógicas en la emergencia debido a la baja temperatura del suelo, valores que fueron mejorando hacia la segunda quincena de octubre.
Después de la emergencia, la primera plaga que enfrentamos fueron los Trips. Estos insectos, con el tiempo, se tornan más resistentes a los insecticidas, y las condiciones de sequía acentuaron su desarrollo.
En algunos casos tuvimos que realizar 2 o 3 aplicaciones, para mitigar los efectos de esta plaga, y permitir el normal desarrollo de las plantas.
La primera quincena de noviembre, transcurrió sin mayores problemas debido a las precipitaciones antes mencionadas, pero hacia finales del mes, y durante el mes de diciembre, en muchas zonas tuvimos déficit de lluvia, coincidiendo justo, con el periodo de máximo requerimiento hídrico por parte del cultivo, que es el inicio de floración.
Durante el mes de enero regresaron las precipitaciones, en muchos casos las siembras tempranas, no pudieron revertir esta situación de estrés hídrico, por lo tanto el cultivo se encontraba envejecido, con abortos de capsulas recién cuajadas, 14 o 15 nudos, y una altura no mayor a los 50-60cm. A esto se le suma los daños severos, ocasionados por la presencia de arañuela roja y pulgones.
En esta campaña las siembras tardías presentaron un mejor desarrollo que las tempranas, favorecidas por las lluvias de enero y febrero.
El Picudo del algodonero, tuvo baja incidencia en la etapa inicial, aunque se hicieron
aplicaciones preventivas de borde, y en momentos claves, como el de inicio de pimpollado. Según el análisis de campañas anteriores, sabemos que su presencia se incrementa de manera exponencial hacia fines de febrero y principios de marzo. Ya que su comportamiento está regido por la baja de temperatura media y el aumento de la humedad media. Por eso es importante concentrar la fecha de siembra para coincidir los estados fenológicos del cultivo y poder realizar de manera casi conjunta los tratamientos, evitando así, efecto cascada durante reproducción de picudo. De esta manera si sembramos dentro del marco de las fechas recomendadas por SENASA (desde 1 de octubre) nuestro cultivo dispone de 90 a 120 días con muy baja o casi nula incidencia de la plaga. Desarrollándose la misma de manera exponencial cuando el cultivo está con las cargas definidas, pudiendo realizar algún tipo de daño en el tercio superior en aquellos algodones sembrados a fines de noviembre, pero con bajo impacto en la producción.
De no respetarse las fechas recomendadas, los daños pueden ser extremos, al punto de no poder realizar la cosecha o con rendimientos muy bajos (anti-económico).
Por esta razón es muy importante que las zonas trabajen en bloques para poder aplicar cada una de las etapas de manera uniforme ya que este insecto nos enseña el concepto de plaga social donde todos de manera individual, debemos cumplir tareas grupales.
Siempre es importante recalcarles a los productores, realizar aplicaciones de borde, agregar insecticida en las aplicaciones finales, para evitar el desplazamiento de este insecto desde los lotes hacia los refugios. Finalmente, se debe destruir los rastrojos inmediatamente después de realizar la cosecha. Así se impide que las plantas rebroten y generen fuentes de alimento para su supervivencia.
Con respecto a las chinches, también fue una campaña tranquila, comparando con años anteriores.
En cuanto a la aparición del complejo “Spodoptera”, año tras año, sus ataques son más intensos en el cultivo, obligándonos a realizar el control con productos que normalmente no utilizamos, de altos costos, pero muy efectivos.
Cabe destacar que finalizaremos esta temporada con un promedio de 5 a 7 aplicaciones, cuando en campañas anteriores, lo hacíamos entre 9 y 11.
Cultivos de servicio
Es una tecnología que cada vez se adopta más, los productores se están dando cuenta de la importancia que es la rotación de cultivos y los múltiples beneficios que estos nos brindan, como la incorporación de materia orgánica (abonos verdes), la retención de nutrientes (cultivos trampa), la incorporación de N vía fijación biológica (cultivos de leguminosas), la descompactación del suelo, el consumo de agua para disminuir las napas, la reducción de malezas por competencia, etc. Cuando se implementa esta técnica el cultivo predecesor (el algodón) tiene una diferencia notable en su desarrollo en comparación del monocultivo (algodón tras algodón). Por esta razón el productor no lo tiene que ver como un gasto, sino como una inversión a corto y mediano plazo.
Nueva variedad
Estamos probando la variedad Guaraní INTA, de ciclo corto-intermedio, la cual presenta una arquitectura columnar, que se adaptaría muy bien a condiciones de cultivo estrecho y ultra-estrecho, donde las fijaciones de las capsulas de primera y segunda posición son muy cercanas al tallo principal, prácticamente con muy poco despliegue de ramas vegetativas cuando son sembradas en altas densidades, muy buen tamaño de cápsulas, se adapta muy bien a nuestro tipo de suelos. Brinda un alto porcentaje de desmote, alrededor de 38- 40 puntos y con buenas calidades de fibra. Tiene una buena plasticidad ante adversidades, como la falta de agua y una rápida respuesta cuando se revierte esta situación, sobre todo en el estrato medio y superior. Al ser una variedad de ciclo corto, nos permitiría ir en siembras tardías (segunda quincena de noviembre), por ejemplo, detrás de la cosecha de trigo, fines de octubre y poder cerrar el cultivo a principio de marzo.
Cosecha.
Esperamos que las condiciones climáticas sean las apropiadas para poder obtener mejores rendimientos y calidad de fibra, como en campañas anteriores.
Por Carlos F. Hamann – Publicado en Revista Campo para Todos N° 156